La Visita de Antonin Artaud a Armando Reverón
- Por: Marcos González
- 15 jun 2015
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 6 sept 2020


Una mañana Antonin Artaud, estando de paso por las playas de Macuto, como en un ensueño tropical decidió conocer a ese loco que tanto había escuchado nombrar desde su llegada. Artaud se acercó a la puerta de los caneyes gritando: Reverón, acá estoy, vengo en tu defensa. Soy un asiduo defensor de los locos de tu categoría, como otrora lo hiciera con Vincent aunque mis acciones no hayan evitado que se cortara y aventara su oreja a una puta. Reverón estando por comenzar sus ritos pictóricos, escuchando la voz que venía desde afuera, pensó: he aquí otro idiota que engatusaré con mis cuadros. Luego abstraído se dijo: lo que uno tiene que soportar por vivir. Así fue. Juanita se dirigió hasta la puerta junto a Pancho, para dar paso al curioso extranjero y llevarlo hasta Reverón. Antonin dijo: (inclinándose un poco para hacer acto de reverencia, un poco sorprendido por la decoración del castillete, un poco excitado por el aspecto de Armando quien estaba completamente desnudo y llevaba su cabello desordenado como el
mar y su barba casi bordeaba su ombligo, y que muy bien encajaría en su Teatro de la Crueldad) mi nombre es Antonin Artaud, soy mi madre, mi padre y mi hijo y yo e incluso mi doble. Ah, he traído opio para compartir con vosotros. Acto seguido se multiplicó. Reverón que desde hace bastante tiempo no se sorprendía con nada, dijo: Soy Armando Reverón, él es mi mono y mi ayudante, la bella Juanita es mi mujer y mi modelo, y todas ellas pecadoras (señalando a las muñecas que ya reían y coqueteaban con Artaud) mis modelos. Tengo para compartir el universo de mi pintura: azul y mierda. Acto seguido comenzó a hacer movimientos extraños como si se trat
ara de una gallina, dando vueltas a través de su visitante, emitiendo toda clase de alaridos, arrastrándose por el suelo hasta hacerse uno con la luz. Con el tiempo Artaud como perdido en la luz del litoral, entristecido al recordar que no había podido hacer nada por salvar a Armando, pasaba largas horas contemplando el retrato suyo que había conseguido de la mano de aquel Mago. En el hospital de Ivry aún permanece colgado aquel lienzo en blanco como representando una de las tantas burlas que hiciera Reverón.